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¿Por qué nos enamoramos sin ser correspondidos?

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También tiene que ver con el miedo a la intimidad y al rechazo. El amor no correspondido por una persona real o por un personaje de ficción casi no difiere, porque tanto allí como allí no hay contacto real, no hay encuentro con la realidad, sólo ilusiones. Por lo tanto, el amor no correspondido o el amor por un personaje es la materialización del miedo a la intimidad.

Todo es culpa del cerebro
No es ningún secreto que a nuestro cerebro le encanta cuando nos sentimos bien. Y enamorarse -sea lo que sea- es al principio una fuente de “hormonas de la felicidad”. Sólo necesitamos unos pocos desencadenantes externos de una pareja potencial -un olor, una mirada que coincida con nuestras preferencias, una forma de hablar o de comportarse- para que el cerebro decida que esa persona es adecuada para una relación posterior.

La emoción de la euforia y la liberación de una serie de sustancias químicas cerebrales como la dopamina (placer), la adrenalina (lucha o huida) y la noradrenalina (alerta) pueden convertir el enamoramiento en un subidón excitante. La adrenalina, en concreto, es la razón por la que las mejillas se ponen rojas, las palmas de las manos sudan y el corazón se acelera cuando conoces a alguien que te gusta.

Algunas personas pueden disfrutar de este estado, incluso fantaseando y soñando despiertas con una posible reciprocidad. Sin embargo, es importante recordar que se trata de una experiencia individual y que puede variar según la persona y el contexto.

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