Por mucho que deseemos la constancia, las relaciones románticas no pueden ser una constante. Toda relación es un proceso de crecimiento y cambio, a medida que los miembros de la pareja se conocen mejor con cada año que pasan juntos, se compenetran y construyen una vida juntos y no por su cuenta. Y, sin embargo, cuando se deja atrás el periodo de los caramelos y los ramos y comienza la vida doméstica, pueden surgir dudas. ¿Qué está pasando? ¿Se ha perdido la chispa o simplemente la relación ha pasado a otro nivel?
Todos sabemos cómo “se supone” que son las relaciones románticas en su primera etapa. Las vemos en películas, anuncios y libros: parejas perfectas, siempre enamoradas. Cuando empezamos una nueva relación, a menudo seguimos el mismo guión y representamos la comedia romántica en la vida real: salimos al cine y a restaurantes, elegimos la mejor ropa para impresionar a nuestra pareja, hacemos regalos y nos ponemos de acuerdo más a menudo para no provocar conflictos.
Pero tarde o temprano el brillo y la novedad retroceden, y aquí ya se vive en el mismo territorio, ya no hay necesidad de disfrazarse de cita todos los días, te ves más doméstico y real. Y más tarde, os veis en los momentos duros, difíciles e indecorosos.
¿Cómo os dais cuenta de que vuestra relación, ahora ordinaria, no se desvanece, sino que crece y se fortalece, sólo que a un nuevo nivel? ¿Es normal que la pasión, la intriga y el flirteo den paso a la cotidianidad, la no idealidad, los pequeños y grandes desacuerdos?
La respuesta corta es sí, la mayoría de las veces es normal.
Algunas señales de una relación madura:
Sois diferentes y no os avergonzáis de ello.
En una relación emocionalmente madura, los gustos y visiones del mundo diferentes no son un motivo para discutir y ajustar a tu pareja a ti, sino un hecho. Lo más probable es que ya hayáis tenido tiempo de discutir sobre vuestros diferentes puntos de vista cuando os encontrasteis por primera vez en desacuerdo sobre algo. La regla “los polos opuestos se atraen” también funciona en la pareja, y quizá gracias a los intereses poco comunes de tu pareja, hayas adquirido una afición o te hayas dado cuenta de un punto de vista nuevo para ti. Si estás dispuesto a cambiar, las diferencias con tu pareja pueden ser una gran plataforma de crecimiento personal.