Los seres humanos tenemos un sentido muy fuerte de la individualidad, y cuanto más fuerte es nuestro ego, más difícil nos resulta conectar con los demás. Pero son las conexiones, sociales e interpersonales, las que nos hacen más fuertes: cuando empezamos a ver el mundo desde la perspectiva de otra persona, podemos descubrir muchas cosas nuevas e interesantes. Exploremos la empatía: la capacidad de percibir a los demás que nos hace humanos.
La empatía como área de interés científico está en el campo de visión de varias ciencias a la vez, desde la psicología y la sociología hasta la neurobiología. Esto se debe a que, cuando respondemos a los sentimientos y experiencias de los demás, protagonizamos distintos tipos de reacciones, no sólo emocionales, sino también cognitivas.
La empatía es la capacidad de sentir a otra persona, relacionarse con ella y, a veces, incluso leer sus emociones. De hecho, al mostrar empatía, establecemos una conexión psicológica y emocional con otra persona, difuminando los límites entre “yo” y “él”. La empatía se considera una capacidad cognitiva humana, al igual que la capacidad de imaginar escenarios futuros o resolver problemas basándose en experiencias anteriores.
Empatía frente a simpatía
Pero la empatía no es la única arma en nuestro arsenal de respuestas a la angustia ajena: los humanos también tenemos la capacidad de sentir simpatía. Y aunque ambas capacidades se parecen mucho, hay una clara diferencia entre ellas.
Cuando experimentamos empatía, es como si nos imagináramos en una situación (aunque esto puede discutirse – véase más adelante) similar a la de la otra persona, y aceptáramos su experiencia como si la estuviéramos viviendo nosotros mismos. Sin embargo, el punto clave es que no estamos experimentando sentimientos reales: los estamos modelando.
