Planifique su menú
Antes de ir a comprar, planifica el menú semanal. A partir de ahí, haz una lista de la compra. Probablemente sea un consejo obvio, pero no está de más recordarlo. La planificación te ayudará a recordar lo que necesitas y a evitar volver a comprar productos que ya tienes. El menú de la semana no tiene por qué ser rígido. Es mejor tratarlo como una guía flexible con ideas.
Intente no comprar cuando tenga hambre. Los estudios han demostrado que somos más propensos a comprar más (y no sólo comida) cuando tenemos hambre.
Fíjese en las marcas más baratas
Pruebe a comprar marcas más baratas y productos de marca propia del supermercado: a menudo hay poca diferencia de calidad. En general, no siempre hay una gran diferencia en cuanto a sabor y contenido nutritivo entre las líneas de productos caros y los de primera calidad. Por cierto, un pequeño truco: los productos más baratos no siempre ocupan un lugar destacado en la tienda. Normalmente, los productos más caros se colocan en las estanterías a la altura de los ojos.
Cuidado con las ofertas especiales. Es probable que no necesites realmente los productos en oferta. Al final, aunque parezcan favorables, acabarás malgastando tu dinero. Sobre todo si son productos perecederos.
Alarga la vida de los productos frescos
Si notas que tienes en casa alimentos frescos a punto de caducar, puedes prepararlos y luego congelarlos. De esta forma reducirás el desperdicio de alimentos, alargarás su vida útil y tendrás en el congelador una comida preparada que seguro que te salva de una tarde de pereza. Ejemplos de comidas que se pueden porcionar y congelar: sopas, guisos, salsas para pasta.
