Al mismo tiempo, los autodidactas se enfrentan a retos que a veces pueden ser críticos. Por ejemplo:
No saber exactamente qué aprender. Si quieres entender un área desde cero, será difícil saber por dónde empezar y en qué secuencia dominar el material.
Costes de tiempo y esfuerzo. Lleva más tiempo y es más difícil planificar la formación y crear un programa por tu cuenta que con un profesor.
Azar. En lugar de un programa coherente, se corre el riesgo de obtener actividades de aprendizaje inconexas y poco conectadas entre sí. Además, no siempre está claro en qué contenidos debes confiar y cuáles son apropiados para tu nivel.
Problemas de motivación y disciplina. Por supuesto, la motivación intrínseca es más fuerte que la extrínseca. Si no entiendes por qué estás estudiando, puedes dejarlo todo y con un mentor. Pero él te dará apoyo, te ayudará a ajustar el programa, a entender qué más te motiva. O al menos establecerá plazos que no se pospondrán sin fin.
Falta de feedback. Por eso será más difícil trabajar con errores y hacer un seguimiento de los progresos. Especialmente si estás aprendiendo una habilidad creativa: en este caso, no siempre está claro para un principiante qué criterios utilizar para evaluar las tareas completadas.
¿Cuándo se necesita un mentor?
Las desventajas del autoaprendizaje no significan que haya que abandonar por completo este enfoque. Pero a veces se convierten en críticas. Es más eficaz aprender con un mentor si
Estás aprendiendo una habilidad o profesión desde cero. Un mentor te ayudará a planificar tu aprendizaje, a conocer las fuentes y los materiales, a saber cómo seguir tus progresos y a qué debes prestar atención según tu nivel.