¿Aceptar o luchar?
La situación en la que a un empleado no le gusta su trabajo es bastante común. Las personas que trabajan en start-ups y en grandes empresas pueden encontrarse con ella. Un deseo constante de dejarlo todo, de renunciar, así como el agotamiento o el aburrimiento repentinos pueden alcanzar incluso en un trabajo que antes era favorito. Y entonces la persona se enfrenta a una elección: rehabilitar su relación con el trabajo o esperar a que la afección “pase por sí sola”. En el segundo caso, la persona llegará a cumplir mecánicamente sus tareas, o aguantará hasta el punto de no retorno, cuando no le quedará más remedio que abandonar.
Las situaciones varían, pero basándome en mi experiencia, recomiendo la primera vía: cambiar de actitud ante el trabajo, encontrar en él nuevos puntos de apoyo que le ayuden a durar más.
En primer lugar, tienes que encontrar un sentido a tu trabajo. Cuando hablamos de un empleado quemado, la actitud: “El trabajo me da dinero y me permite alimentar a mi familia, pagar mi préstamo y comprarle golosinas a mi perro” puede resultar a menudo desmotivadora. Por supuesto, hay algo de verdad en ello, pero hay aún más en esta frase con palabras consonantes con “tengo que” que sólo ejercen más presión y aumentan la frustración.
La búsqueda de sentido debe realizarse en otros planos. Se pueden dividir en microniveles y macroniveles.
